lunes, 26 de septiembre de 2011

Wake up.


Una corriente eléctrica recorrió el cuerpo de la joven y atravesó el suyo, chisporroteó a través de la punta de sus dedos y circuló a toda velocidad por su torrente sanguíneo. Todos los músculos de su cuerpo se contrajeron. Cauteloso, dio un único paso hacia atrás. Sin embargo, sintió cómo el cambio crecía en él, cómo amenazaba con dominarlo a pesar de los cansado que estaba. Se inclinó sobre ella y le pegó los labios al oído.
- No cometas el error de despertar mis emociones – le susurró, apenas audible con el fuerte golpeteo  de la lluvia sobre el tejado y el aullido del ciento en las ventanas.
Era la única advertencia que le haría

sábado, 24 de septiembre de 2011

A.

 Simplemente me he perdido a mi mismo allí.













Me alejo de las palabras, corro de las palabras llamadas sueños.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Decisiones

Acabo de llegar de matricularme, la hora en la que he ido correspondía por el panorama, con el recreo. El ambiente no era de mi mundo. Los pijos fumando por creerse guay, las pijas preocupadas por si las francesitas les pegaban con la cazadora, me pregunté dónde me había metido. Pero una vez allí dentro me encontré con la sorpresa que había gente andando por los anchos pasillos comiendo y hablando. Subiendo escaleras, buscando a gente. Hay taquillas. Esas taquillas tan vistas en los años noventa y tan desaparecidas ahora. Se respiraba ambiente "institutonario" Tengo miedo, ¿pero he hecho bien en aislarme del mundo? Desde luego he sido, soy y seré la chica rara tímida que baja la cabeza y no sociabiliza con nadie. Sí, puede que mi decisión sea la correcta.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Ai.

- Oye, pequeña orgullosa, dime que no quieres coger esa toalla y oler la colonia que acabo de echarme - la dijo desde la puerta de la habitación -. Dime que no cerrarás los ojos e imaginarás que sigo a tu lado, que mis manos siguen rozando tu piel y que mi boca no deja descansar a tus labios ni un solo instante - susurró. Disfrutaba provocándola, pero tampoco quería hacerla enfadar. Solo picarla un poco para que se diera cuenta de que, sin él, no podía vivir. Porque hacía tiempo que él ya se había dado cuenta de que algo tan simple como desear llegar a casa para ver a alguien podía ser la mayor de las felicidades que podía experimentar. Porque ella le esperaba.
- Y aún así, ¿no cederás? - preguntó -. Vaya, qué autocontrol tienes, morena. Creo que yo no aguantaría tanto - añadió, esperando su reacción con anhelo.
Volvió a poner de rodillas en el sofá. Tenia los brazos cruzados, mientras la miraba. Sí, él tenía razón. Lo sabía. Saltó por el respaldo de sofá
- ¿De verdad he de decírselo, señorito? – Preguntó, mientras se acercaba a él - ¿De verdad he de decirle que necesito su olor?¿Que necesito el roce de sus labios sobre los míos cada mañana?¿Que necesito de sus caricias para poder descansar tranquila?¿Del calor de su cuerpo todas las noches para sentirme protegida? ¿Del brillo de sus ojos en todos y cada uno de mis días?
- No necesitas decirlo, pequeña - susurró, acariciándola la cara -. No es nada que no sepa ya - sonrió -. Pero quiero que entiendas una cosa. Y es que no eres la única que necesita de todo eso para sobrevivir. Porque yo también te necesito a ti de la misma forma y con la misma intensidad que dices necesitarme tú a mí - musitó, enredando sus dedos en el pelo de la chica a la altura de su cuello, rozándolo también -. Así que no te resistas más a mí - la pidió, moviéndose hacia ella y empujándola suavemente contra la pared sin apartar su mano de su pelo y su cuerpo del de ella, sino buscando aún más contacto físico -, y deja que te haga el amor para hacerte olvidar - musitó, cerrando los ojos y apoyando la frente en el hombro de la chica. Estaba enloqueciendo, aunque ella no fuera capaz de verlo. Necesitaba tenerla ya.
Algo se desbordó dentro de ella. El amor que sentía por aquel hombre era más grande de lo que pensaba. Y cada día crecía más. Pasó sus brazos por su cintura cerrándolos entorno a ella. Depositó pequeños besos por su hombro, mientras que sus manos acariciaban su espalda. Avanzó por el cuello, y cuando llegó a la zona donde le había mordido, le beso con dulzura, lamiendo incluso la zona, como si estuviera cuidando una herida.
El chico, mientras ella se entretenía con su cuello, deslizó las manos por sus hombros, delineando su figura hasta llegar a la cadera y bajó un poco más allá, hasta sus piernas. Se agachó un poco y la levantó a pulso, apoyándola contra la pared y subiéndola a su cadera, sujetándola con las manos bajo las piernas y buscando sus ojos.
- Te quiero - susurró, alcanzando sus labios y besándolos suavemente -. Te quiero mucho.
Apoyó la frente un momento en el pecho de ella y luego la besó la zona que la camiseta le dejaba ver, subiendo hacia su cuello, obligándola a levantar la cabeza para besarla bajo la barbilla para luego volver por su cuello, su clavícula y alcanzar su oreja para morderle el lóbulo repetidas veces, rozándolo con su lengua. Ya bajo la oreja, la besó, ejerciendo presión en un punto en concreto donde quería dejar una marca de posesión en su piel blanca. No era necesaria, pero quería ver esa marca en su piel. Quería verla suya.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Nothing.

Se acabó. Hoy a las nueve de la mañana he jodido todo lo que hice después o todo lo que haré mañana. He echado a perder todo. He jodido otro año, me he jodido a mi misma. Me he arrebatado la ilusión, y se me han caído los sueños, haciéndose añicos.
Sólo deseo que llegue mañana para meterme en la cama y con un poco de suerte no volver a despertarme. Y si lo hago, sólo para verme entre ellos. Quién iba a querer a alguien tan patético como yo. Allí estaré mejor. Sayonara.













No quedan fichas, ni tampoco ilusión.