miércoles, 8 de abril de 2015

Ya no sé si el mundo está al revés, o soy yo el que esta cabeza abajo.

Y es increíble como podemos llegar a cambiar de opinión. Puede que sea para bien, o para mal. Puede que incluso, llegues a saltarte ideas que desde fuera veías muy claras y sin embargo, al encontrarte dentro no es tan fácil.
No yendo muy lejos, yo siempre quise irme a estudiar fuera. "Wow, independencia. Nuevas experiencias. Nuevas lecciones. Madurar." Eso pensaba. Y ahora no hago más que desear volver a mi casa, (y puede que volverme un poco más idiota). Con mis padres. Mis amigas. Quiero volver a mis costumbres y a mi rutina. Quiero volver con los míos. He pasado por casa una semana y no he salido de ella por tener que estudiar, por gilipollas; eso también es verdad. Me siento vacía, siento que se me escapan cosas. Y tengo miedo. Miedo a perder a los que me importan. Ya sé que se dice que la distancia no tiene que ser motivo de olvido. Y yo, en el fondo lo sé, pero eso no quita para que tenga mis días y ese miedo no aflore más o menos. Siento como si me hubieran invadido y hubieran puesto mi mundo patas arriba, arrasando con todo y dejándome con los destrozos.
"¡Venga, si solo son dos meses y medio. Ya verás que pronto se pasa.!" O eso dicen. Pero no saben lo largos que son mis días. Quiero acabar, quiero volver y quiero volver a sentir todo en orden. Quiero volver a encontrarme.


Y ahora, se acabó el momento depresivo. Levantar la cabeza, (fingir) sonreír, y a estudiar lo que me queda de tema para repasar y aprobar el puto examen del viernes.












"Ruinas, no ves que por dentro estoy en ruinas. 
Mi cigarro va quemando el tiempo, 
tiempo que se convirtió en ceniza."