sábado, 25 de diciembre de 2010

CRZ

A veces pienso que todos se han ido a algún lugar lejos de la Bahía Azul y que yo me he quedado atrapado en el tiempo, esperando en vano que la marea púrpura de septiembre me devuelva algo más que recuerdos. No me hagas mucho caso. El mar tiene esas cosas; todo lo devuelve después de un tiempo, especialmente los recuerdos.

martes, 14 de diciembre de 2010

Cuenta atrás.

Y los días van restando. Cada día que pasa, es un día menos.
Y yo me pregunto, por qué la gente tiene tantas ganas de cumplir los dieciocho. Es una cifra, un número. No dejarás de ser diferente por tener dieciseis, diecisiete o dieciocho. Pero yo no quiero. Me niego.
Lo sé, acabo de decir que es una cifra y estoy desesperada por ver como la evito. Si alguien me pregunta, no tengo ni la más remota idea que coño estoy diciendo. Soy rara, lo sé, pero eso es lo que me hace ser yo, supongo.

Me gusta pintarme las uñas, pero odio quitarme el esmalte porque las manos me quedan pegajosas.
Empieza a gustarme mi pelo, pero odio tener envidia del pelo liso, todavía.
Me gusta la noche estrellada y adoro la luna llena, pero odio cuando la noche pierde esas estrellas y no hay luna.
Adoro cuando llueve, pero odio la lluvía cuando no puedo estar debajo de ella.
Amo el piano, sus frías teclas blancas y negras y su dulce sonido, pero lo odio por no saber como hacer que ese sonido salga. También odio que solo se mantenga con una mini llamita.
Adoro verlos, pero odio cuando no puedo entenderlos.

Yo, mis manias y mis cosas lógicas seguiremos siendo las mismas.

lunes, 6 de diciembre de 2010

El principio del fin.

He (mal)sobrevivido a la semana del 24 al 3. El tres es un día que no quiero recordar. Tendré otra semana como esa y media dentro de poco, pero reducida a cuatro días. Qué emoción, es que si no es demasiado aburrido.
No hay quien comprenda a mi madre. Ni ella, a mi. Sigo sin saber por donde me va a salir en situaciones como éstas.

También ha sido semana de descubrimientos. Mi hermano ha descubierto que le gustan las castañas y el arroz con leche. También que le gustan las palomitas más de lo que él pensaba, eso posiblemente, sea culpa de su hermana. Mi madre por su parte ha descubierto, que las bombonas me odian, cosa que yo llevaba diciéndole desde hace mucho, y que me ato los cordones a estilo gallego. Y yo he descubierto que la voz del señorito Kamenashi me tenía enamorada y ni si quiera lo sabía. También que cocinar me tranquiliza, cosa que nunca había hecho, simplemente me daba igual, ahora no sé si es porque me tiene entretenida, tanto que ayer me quemé (gajes del oficio), o por qué pero me tranquiliza.
Mi complejo de Peter Pan se acentúa a falta de dieciseis días. Sigo pensando en cojer un billete sólo de ida o como cumplir sin cumplir.

Tengo mono de piña, de batido de vainilla, de ver a Tsukasa, de chocolate con plátano, y de viajar. Y la voz de Jun a capella en one love resuena en mi cabeza







Chippoke na boku mo dekiru koto ga aru ka na.
Koko kara doko ka e ikeru toki ga kuru darou ka.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Game Over

Ahriel se encogió de hombros, y le devolvió una amarga sonrisa. Recordó todo lo que había perdido: a Marla, a Bran, a su hijo.... incluso a Ubanaziel. Pero lo que echaba de menos era todavía más íntimo e intangible: algo, cualquier cosa, que reavivara sus deseos de seguir viviendo.
- No lo sientas – murmuró – Ya no me queda nada por lo que luchar.
Lekaiel alzó una mano para colocarla sobre el hombro de Ahriel, consoladora. Aquel era el contacto más intimo que habían tenido jamás.
- También lamento oír eso – dijo – créeme.
- Te creo, Lekaiel – sonrió Ahriel.
Los dos ángeles cruzaron una larga mirada, dolorosa, sincera.
Momentos más tarde, cuando los dos guardias regresaron para conducirla a la prisión donde había de ser recluida, Ahriel los siguió, dócilmente, sin una sola palabra de protesta

- Laura Gallego -

viernes, 3 de diciembre de 2010

Mañana

Ya me afeito. Tengo el carnet de conducir, he ganado un par de peleas, he salvado una vida y he hecho el amor. Trampas al billar, desafiado a mi padre, roto corazones y me lo han roto a mi. Según los baremos de esta sociedad, ya soy un adulto.






Y por fin, mañana todo acabará.
Creo he tomado una decisión, no sé si será la acertada, aunque sí sé que no será aceptada, y mucho menos apoyada. Más me fastidia a mi, pero si no lo consigo, no seré capaz de acabar.

Mi herido orgullo y yo hemos pasado medianamente bien hoy, o al menos, eso creemos. He tratado de explicarle la culpa no fue del todo nuestra, era la primera vez y quien iba a pensar que en una asignatura como esa valga más la justificación que el ejercicio, por esa casi que mejor explicas lo que haces y no haces el ejercicio en sí. En fin, ver para creer. Hoy le hemos puesto una hoja entera con un sólo ejercicio. Ale, que corrija.
Ahora protesto, pero los que perderemos la libertad en 13 días seremos nosotros dos. Y tendré que volver a curarle. Eso sí, le curaré a lo grande, no sé cómo, pero lo haré. Y como dice fito: Puede que me falte voluntad o que me sobre vicio.