martes, 5 de junio de 2012

No debes pedir perdón, tan sólo te quiero más.

Llevo dos días rara. Ayer me levanté de mala leche, llegué de mala leche a casa y me puse más de mala hostia, cuando ví al gilipollas de mi padre. Sí, es mi padre, pero es gilipollas; bueno no, no lo es, gilipollas se queda corto. A veces le odio. Aunque por otro lado me odio a mi misma, y no solo a veces, si no prácticamente siempre. Si las cosas no me afectaran como me afectan no estaría así. Hoy tampoco es mi dia, no me he levando de mal humor, me he levantado en standby. Me apetece tirarme en el el sofá con helado, pijama, y canciones moñas; en su defecto alguna peli moña. Y ya pidiendo mucho en esta casa, estar sola. Por una parte las ganas de irme y poder vivir en un apartamento yo sola es satisfactoriamente tentadora. Aunque la que mayor posibilidad es que acaba trasladándome de Vigo a Pontevedra con el coche de mi abuelo y estar con ellos, cosa que no me desagrada en absoluto. A pesar de parecer estar hablando alegremente de esto, y aunque me llame poderosamente la atención tengo miedo, asi que según Holly Golightly mi día, es un día rojo.


























La lluvia se acerca a lo lejos, el olor de la ciudad es desgarrador
la sombra que queda en el asfalto siempre parece dintinta,
el cielo en constante cambio parece que mueve a nuestro inseguro corazón,
mientras el mundo sigue girando con rapidez.
 

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